Lanza tu pan sobre el agua; después de algún tiempo volverás a encontrarlo.
(Eclesiastés 11:1)
Siembra tu semilla en la mañana, y no te des reposo por la tarde, pues nunca sabes cuál siembra saldrá mejor, si esta o aquella, o si ambas serán igual de buenas.
(Eclesiastés 11:6)
¿Has oído el dicho conocido: "quien siembra, recoge"? Lo cierto es que la siembra no es un proceso fácil. Hace falta tener buenas semillas, una tierra preparada, suficiente agua, disponibilidad para trabajar y confiar que la cosecha será abundante.
Puede ser que tú, como la mayoría de las personas, no vivas de cerca el día a día del duro trabajo de labrar la tierra. Pero podemos imaginar que para el labrador, enterrar parte de su sustento con la esperanza de que se multiplicará más tarde, es un gran paso de fe. El agricultor sabe que todo el esfuerzo invertido en la preparación, la siembra y el riego de la plantación hará crecer sus ganancias y también dará beneficios a otros. Pero recuerda que a pesar de todo nuestro esfuerzo, quien hace nacer y da el crecimiento es Dios.
Es lo mismo que acontece en nuestras vidas. Tenemos muchas metas y objetivos, pero para alcanzarlos debemos sembrarlos en Dios. Preparamos el terreno y lanzamos las semillas por fe, confiando que nuestros propósitos se harán realidad. Pero eso solo sucederá si están de acuerdo con la voluntad del Señor. Nuestra confianza debe estar firme en Dios, pues él es quien hace que todas las cosas sean posibles.
¡Vive por fe!
Sueña, planifica y esfuérzate, pero entrega todo por fe a aquel que hace nacer y da el crecimiento: Dios.
Lee Eclesiastés 11. Lanzar el pan sobre el agua puede referirse a la práctica de lanzar semillas sobre áreas inundadas o comercializar las semillas a través de embarcaciones. Lo cierto es que es necesario invertir (tiempo, trabajo, recursos, fe) en nuestros proyectos. Esfuérzate en sembrar por fe confiando en el Señor que te sustenta siempre.
No te quedes cruzado de brazos esperando que la realización de tus sueños caiga del cielo. Dios te concede fuerzas, sabiduría y ánimo para trabajar diligentemente como si fuera para el Señor. ¡Siembra para la gloria de Dios!
No pienses que tu propio esfuerzo y talento alcanzarán todos los beneficios que deseas. Sin Dios nada podemos hacer.
Ten un corazón agradecido. Agradece por la provisión diaria que Dios concede a los que creen en su Palabra.
Los versículos de hoy también aplican al Evangelio. Comparte a Jesús, el pan vivo que descendió del cielo. Hay muchos hambrientos a tu alrededor que necesitan recibirlo. Trabaja sin desanimar, más tarde habrá buenos resultados por fe.
Para orar:
Señor mi Dios, tú eres el amparo de mi vida. Yo sé que todo mi sustento viene de ti. Gracias porque puedo confiar que concedes mucho más de lo que te pedimos o que pensamos necesitar. Ayúdame a sembrar con fe en ti que das la buena cosecha en tu tiempo. Que tu provisión sea sobre la vida de todos los que confiamos en ti. En el nombre de Jesús, amén.
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