
Recuerda, oh Dios, que mi vida es un suspiro;
que ya no verán mis ojos la felicidad.
(Job 7:7)
"Tus días están contados..." Parece ser una de esas frases dramáticas de filmes o novelas, ¿no crees? Pero lo cierto es que se trata de una dura y verdadera realidad. Nuestra frágil vida puede extinguirse en cualquier momento. Es una certeza que tenemos: un día partiremos. ¿Estamos preparados para el fin de ese suspiro?
Admitir que somos finitos y vulnerables no es agradable. Normalmente, a nadie le gusta hablar o asumir la triste realidad de la muerte. Por otro lado, pensar en la brevedad de la vida puede ser muy sensato y sabio. Vivir con el sentido de finitud en este mundo, nos recuerda que somos frágiles y dependientes de Dios.
Piensa en esto. Vive haciendo una diferencia, entiende que tu vida aquí es pasajera. Pero confía, pues Jesucristo conquistó la vida eterna para ti.
Un día tu vida pasará
Glorifica a Dios con tu vida. En todo lo que haces busca dar lo mejor de ti como si fuese para Dios.
Medita sobre la finitud de la vida. Lee Eclesiastés 7:2-4. Jesús debe ser la razón de tu existir.
Ora y encomienda al Señor todos los días de tu vida.
Expresa alegría y gratitud cada día. Alaba a Dios por todo lo que él te permite vivir.
Vive con un sentido de misión. Tú tienes un propósito que cumplir todos los días de tu vida: ¡cúmplelo en la presencia de Dios!
Para orar:
Señor mi Dios, te agradezco por el don de la vida. Es muy preciosa, Señor. Por eso te ruego que me ayudes a vivir de forma que te agrade. ¡Tú diste sentido a mi existencia! Enséñame a cumplir el propósito que me encomendaste amándote a ti y a las personas que son parte de mi vida. Que yo disfrute las cosas buenas y supere las malas recordando que dependo totalmente de ti. Padre, todo aquí pasará, pero la vida en tu presencia es eterna. ¡Te alabo y te adoro para siempre! Amén.
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