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Enfrenta tu dilema con obediencia


Cuando el vino se acabó, la madre de Jesús le dijo: Ya no tienen vino.

—Mujer, ¿eso qué tiene que ver conmigo? —respondió Jesús—. Todavía no ha llegado mi hora.

Su madre dijo a los sirvientes: Hagan lo que él les ordene.

(Juan 2:3-5)


Los anfitriones de aquella ceremonia enfrentaban un problema: había empezado la fiesta, los invitados estaban presentes, los novios y sus familiares celebraban, pero el vino se acabó. En aquella época, tener vino en las fiestas era como la tarta o el bizcocho en nuestros cumpleaños: algo esencial. El vino simbolizaba la alegría y no tenerlo en una fiesta podía parecer una falta de consideración hacia los invitados.


María reaccionó al dilema de la falta de vino yendo a Jesús. Él le respondió con la autoridad de quien sabe que no está sujeto a las instrucciones de su madre. Él actuaría en el tiempo correcto y conforme a la voluntad de su Padre celestial. Pero María le dio un buen consejo a los siervos: "¡Hagan todo lo que él les ordene!". Ellos obedecieron a Jesús y fueron testigos de un gran milagro: agua transformada en un excelente vino.


Desata los «noes» de la vida obedeciendo a Jesús

Identifica tu problema. Es el primer paso que debes dar para resolverlo.

Ora a Dios. Siempre que estés enfrentando un problema, preséntaselo a Jesús.

Confía y espera en él. Sométete a la voluntad y al tiempo de Dios. Él te quiere ayudar.

Escudriña la Palabra del Señor (léela, medítala y aplícala en tu vida).

¡Obedece! Haz lo que el Señor te diga y verás cómo él obra a tu favor.


Para orar:

Señor mi Dios, gracias porque siempre me ayudas en mis dilemas diarios. Ayúdame a entregar todos mis problemas en tus manos, confiando que tú haces tu voluntad en mi vida, en tu precioso tiempo. Tú eres un Dios de milagros. Enséñame a obedecerte en todo lo que me mandas y me enseñas a través de tu Palabra. Te lo pido en el nombre de Jesús, amén.

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