Hebreos 2:17-18
“Por eso le era necesario ser semejante a sus hermanos en todo: para que llegara a ser un sumo sacerdote misericordioso y fiel en lo que a Dios se refiere, y expió los pecados del pueblo. Puesto que él mismo sufrió la tentación, es poderoso para ayudar a los que son tentados.”
Todos, sin importar quienes somos o nuestro estado espiritual, pasamos por tentaciones. Esto sucede porque vivimos en un mundo caído, lleno de pecado, y en consecuencia continuamos lidiando con el pecado. Sin embargo, esto no es un pase para pecar libremente o para no luchar contra el pecado. Las tentaciones son reales pero en la Palabra de Dios podemos encontrar que nos dice que luchemos en contra de ellas. Veamos como ejemplo este pasaje. ¡Aquí nos dice que Jesús tiene poder para ayudarnos en nuestra tentación! En ocasiones nos podemos sentir tan mal por estar luchando con tentaciones que nos alejamos de Dios en vergüenza, sin entender que él tiene poder para ayudarnos en esos momentos. Honestamente me encanta que dice que él también sufrió tentaciones y la gran diferencia es que él nunca cedió ante ellas. Él camino esa vida recta que nos correspondía y se convirtió en ese sumo sacerdote que hace expiación por nuestros pecados. Pero eso no se queda ahí, sino que él continúa caminando con nosotros y ayudándonos cuando nosotras no podemos más. Quiero que recuerdes que aunque las tentaciones son normales en esta tierra, no nos debemos conformar a ellas sino que actuar en santidad. Esto no es algo que podamos lograr por nuestras propias fuerzas, así que corramos confiadamente a Cristo.
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