Vana esperanza de victoria es el caballo;
a pesar de su mucha fuerza no puede salvar.
Pero el Señor cuida de los que le temen,
de los que esperan en su gran amor;
él los libra de la muerte,
y en épocas de hambre los mantiene con vida.
(Salmo 33:17-19)
Hay momentos en los que parece que vamos a la deriva y que todo lo que intentamos hacer culmina en fracaso. Por más que nos esforzamos, las cosas no salen bien. Es durante esos momentos que debemos decidir dejar de mirar a las «soluciones terrenales» y enfocar nuestros ojos en las alturas.
¿Estamos buscando a Dios en medio de nuestras luchas o solo clamamos a él cuando agotamos todas las alternativas para resolver nuestros problemas? Aun cuando pongamos toda nuestra dedicación y fuerza de voluntad, nuestra victoria viene de Dios. Podemos tener fuerza, talento y hasta condiciones financieras, pero sin Dios no hay garantía de salvación.
Dios es fiel para protegernos aun en períodos de escasez. Confía en él pues el Señor protege aquellos que le temen.
Clama a quien hace la diferencia
Busca la presencia de Dios y pídele su dirección.
Tener buenas condiciones no es señal de que estamos bien. Busca a Dios siempre, en medio de cualquier circunstancia.
Si las cosas no van bien, habla con Dios. Él está listo para oír tu voz y quiere operar grandes cosas en tu vida. No lo dejes para después.
Para orar:
Señor, cuida de mí, por favor. Sin ti, nada de lo que hago es seguro. Mis fuerzas son limitadas y solamente tu presencia puede hacer la diferencia en mi vida. Guíame con tu poderosa mano. En el nombre de Jesús, amén.
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