Santiago 4:8
"Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones."
En ocasiones podemos llegar a pensar que Dios se ha alejado de nosotros cuando en realidad somos nosotros los que nos alejamos de Dios. Una de las razones por las cuales esto sucede es nuestro pecado. Si soy honesta, cuando hago algo que sé que no debía de hacer y peco contra Dios, automáticamente siento ese distanciamiento porque como lo vimos en días pasados, con el pecado llega la culpa, vergüenza y condenación. Sin embargo, debemos correr a Dios entendiendo que es Él el único que puede limpiarnos y hacernos nuevos. Aunque este pasaje puede sonar fuerte al llamarlos "pecadores y de doble ánimo", prestemos atención a la afirmación del comienzo. Asegura que si nos acercamos a Dios, Él hará lo mismo. No debemos tener miedo o incertidumbre sobre si buscarlo o no. Si venimos con un corazón arrepentido, podemos acercarnos con la certeza que nos recibirá con los brazos abiertos. Solo analicemos la historia del hijo pródigo. Con un entendimiento de su error y arrepentimiento regresó a la casa de su padre y fue recibido de una manera inesperada. ¡Así es nuestro Dios!
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